Sentí, de pronto, que dentro de la habitación se hacía verano a su lado.Elisa está hecha un lío. No tiene ni idea de qué le pasa, de por qué ese ensimismamiento en clase, el porqué de esas mariposas en el estómago ni la razón por la que solo un nombre gira en su cabeza. Solo sabe que el mundo se derrumba para ella cuando se da cuenta de una realidad diferente: se ha enamorado de Teresa, su mejor amiga. Tras el varapalo que supone enfrentarse a su rechazo, Elisa está convencida de que la única opción para enterrar ese amor imposible es marcharse a estudiar a Irlanda.A sus treinta y tantos, Elisa apenas se acuerda de aquel desastroso primer amor, olvidado junto a su adolescencia en los años noventa. Hoy es una brillante química que acaba de regresar a su Zaragoza natal gracias a un nuevo proyecto de su empresa. Después de tanto cambio, cree que por fin tiene su vida bajo control, pero las mudanzas lo ponen todo patas arriba. Un detalle inesperado destapa la caja de pandora de su pasado, poniéndola tras la pista de Teresa. Veinte años después nada es lo que parece, y aquellas olvidadas mariposas de la adolescencia parecen dispuestas a volver.Siéntate aquí, si quieres es una historia de búsqueda de la identidad personal y una invitación a la reflexión sobre la evolución de nuestra sociedad, reflejando la necesidad de mostrar con naturalidad y sin etiquetas estas historias de amor; pues al fin y al cabo solo son eso: historias de amor como otras cualquiera.PREGUNTAS A LA AUTORA-¿Qué te inspiró esta historia?Cuando escuché en las noticias la polémica sobre un pin parental para permitir o no que se impartiesen talleres o charlas sobre diversidad afectivo-sexual en los centros educativos, no pude evitar pensar en el retroceso que eso supondría. Cuánta gente del colectivo LGTBIQ+ no hubiéramos dado lo que fuese para que en nuestros años de adolescencia hubiéramos tenido esa facilidad en los institutos. Si hubiera habido información, apoyo y referentes, cuando estábamos en esa etapa tan crucial de nuestra vida, seguramente hoy gozaríamos de mayor salud emocional y habríamos crecido en una sociedad con menos prejuicios.